jueves, 6 de enero de 2011

EL PUDOR

PIETRO RICATTI


Una vuelta más de tuerca cada día. 
Al levantarnos cada mañana, reacomodamos nuestros criterios eticos según los cuales juzgaremos lo que está bien y lo que no lo está.
 Se pierde más tiempo en adaptarse a la nueva ética cuyos valores aún no conocemos bien, que en disfrutar de nuestros vínculos afectivos o desarrollar nuestras tareas cotidianas.
Sale una noticia en el diario, en la página de policiales, aludiendo a la sospecha de defrraudación sobre personas que hasta hace poco eran íconos de étca para una gran mayoría.
Parece ser que de esto se desprende el enorme divorcio que hay entre lo reglado jurídicamente y lo avalado socialmente.
El camino de los valores es individual y solitario. Somos una MUCHEDUMBRE SOLITARIA tal como lo decia RIESMAN, y ningún modelo de afuera nos sirve. La norma es externa y social, pero debe ser interiorizada y particularizada cada vez, y cada vez renovada, reactualizada. 
Debemos arriesgarnos a buscar y sostener nuestros propios valores, si no queremos perecer bajo el peso del dolor o la complicidad.
Mas allá de las personas, falibles, están las leyes y los valores. Que nos alejemos o nos acerquemos a ellos traerá alguna consecuencia, mediata e inmediata.
Toda sociedad es un orden. ORDEN SOCIAL.
 Hay un orden y una legalidad manifiesta, establecida, y una latente, implícita, que denota el cambio social en relación a la rigidez propia de la estructura social.
Este es un momento histórico donde el cambio supera con creces a la estructura, y las consecuencias se observan en la diversidad de conductas e inconductas, de valores y disvalores.
El que se ha tomado el trabajo de leer algo de historia, puede arribar a conclusiones similares a las mías.
A saber: los niveles de injusticia son similares a los de épocas, no consideradas democráticas.  La riqueza se reparte desigualmente entre una minoría mundial mientras el hambre y el analfabetismo priman, simultáneamente con el hiperdesarrollo tecnológico y de las comunicaciones en particular.
Esto pareciera ser una paradoja, si no  resultase mas bien una PARAJODA. 
Ahora podemos conocer al instante las urgencias en cualquier punto del planeta.
 Urgencias que ponen en evidencia lugares donde se vive en el limite entre la vida y la muerte, límite de lo humano, mera subistencia.
Pero este conocimiento no está siendo acompañado, al menos hasta el presente, por acciones acordes.
No somos más eficaces en la respuesta solidaria que cuando no se tenían documentos televisivos, fílmicos, tan verídicos como los actuales.
Por el contrario, parece esto haber generado una suerte de coraza de indiferencia que anestesia las conductas, los sentimentos, paralizandonos la voluntad.
Hoy en día observamos enormes contrastes entre las posiblidades de prolongar la vida de unos pocos, y la de calmar el hambre de una gran mayoría anónima.
Estamos atravesando una situacion de guerra sin guerra manifiesta. Es una guerra de ANOMIA. De falta de valores.
Se caen a diario reputaciones, valores, criterios, todo entremezclado, y estamos en medio de este movimiento sin saber que quedará, como quedará, porque lo que mas angustia es la inestabilidad.
No es mi intención plantear una postura apocalíptica, pero es indudable que estamos ante el fin de una era. 
Y no es una situación bélica lo que marca el límite esta vez, como lo marcara la segunda guerra mundial y el gran genocidio que la acompañó.
Ahora lo que marca el límite es la falla de los canales sociales para regular las relaciones humanas de una forma mas satisfactoria para la mayoría. Mas inclusiva y coherente con el progreso de nuestras ideas. 
Nuestro saber científico y periodístico no nos ha servido hasta el presente para lograr una sociedad humana mas justa, mas racional, sino mas bien para darnos cuenta de cuan irracionales e injustos podemos ser, en cuanto se nos presenta la posibilidad.
El aceleramiento de los tiempos sociales, el cambio del poder de manos de unas manos a otras mas rápidamente, la supuesta mayor movilidad social, no ha traído un cambio consecuente en la reacción de la comunidad mundial.
Por el contrario, pareciera que la insatisfacción se globaliza y paraliza ante una realidad que ya no podemos negar sin anestesiarnos.
Por tanto ahora el mecanismos no es el desconocimiento, sino el repudio de lo que se sabe, pero ...
Hay verdades que siguen ocultas y que poco tienen que ver con el conocimiento sobre como curar el sida o el cancer, ya que en muchos lugares no se pueden dar el lujo de pagar las drogas que ya existen para paliar estos males.
Deberíamos volver a buscar LAS VERDADES en otros lados, aunque esto parezca místico.
  Aunque sea para encontrarlas por un tiempo. El suficiente para recuperar la humanidad, por un tiempo, al menos, y volver a perderla, como parece ser su destino.

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