domingo, 20 de febrero de 2011

PIENSO, LUEGO ME OBSESIONO





El pensamiento no es  el acto previo a la acción.
Puede simplemente ser un acto solitario, excluyente. Hasta solipsista, acompañado de un accionar que en nada lo representa.
Muchas veces se ha planteado la necesidad de utilizar la capacidad de pensar, para evitar el impulso.
No obstante, el pensamiento, aislado de su consecuente decision y puesta en marcha, acción mediante, se torna, la mas de las veces, en la antesala de la obsesión.
El pensamiento, en esta forma aislada,  ES OBSESIVO.
En lo cotidiano es un observable que se puede prescindir de este despliegue racional para llegar a tomar desiciones.
Es más, muchas veces éstas fracasan por entrar a tallar la característica obsesiva del pensamiento, que demora la puesta en marcha de la conducta, hasta tener todas las causas bajo control, o sea, nunca.
Procastinación. Postergación. Formas de llamar a ese demorarse ad infinitum, hasta que la cabeza deviene en malestar, en pánico.
Cuando se percibe la corporeidad de el propio pensamiento, entre los telones de la intimidad, este viene a delatar aspectos grotescos, por no decir patéticos, de la misma.
Es así como no resta más que trabajar con la confrontación de los pensamientos a traves de otros de igual fuerza y persistencia y de sentido inverso.
Pensar en positivo tiene que ver con luchar contra esa obsesividad de los pensamientos negativos, propios de los estados de depresivos.
Porque, semamos claros, una cosa es pasar por un momento crítico, de pérdida, de cambio, y otra es tramitarla con sentimientos de malestar, que generalmente van precedidos de pensamientos no conscientes, de carácter obsesivo.
Restos de experiencias pasadas tristes y traumáticas, en las que por algún motivo no se pudo evitar el dolor y éste inundó todo, por un instante, instante que se repetirá obsesivamente UNA ETERNIDAD.

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