lunes, 21 de febrero de 2011

EL DESPRECIO

 Amalia Di Sante 


Con el tiempo, el desprecio deja de tener efectos. 
 Es un sentimiento circunstancial, que luego simplemente, se torna en tolerancia, o en indiferencia.
No encuentro que en la historia haya espacio para los rencores personales, por mucho tiempo. Salvo que representen algo más allá de los mismos.
Luego, cuando alguien sobrevive el suficiente tiempo, se puede llegar a estar en la misma mesa con quien uno consideró en el pasado remoto, a su enemigo.
El tiempo cambia las luces y acomoda la sala para que uno se siente a ver lo pasado, y este pasado ya está purificado de lo momentáneo, del odio, de rencor.
Solo queda lo verdadero. 

1 comentario:

  1. Estimada Marta:

    Muchas veces el desprecio no llega a la categoría de absoluto, y por lo tanto, conforme a la naturaleza humana surge el perdón.

    Es importante asimilar el golpe, que evidentemente es doloroso, y descubrir lo magno de nuestro espíritu perdonando.

    Creo que el rencor no sirve para la construcción de nuestra persona y que a la postre, sólo termina erosionando nuestra espiritualidad.

    En algún momento de mi vida, conocí ese sentimiento; ahora trato de rehuir de el y apostar a la comunión y al perdón.

    ¡Un afectuoso abrazo!

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