viernes, 25 de febrero de 2011

ABRAMOS LA PUERTA PARA IR A JUGAR


Siento que ahora que tengo ya unos cuantos años trabajando como terapeuta de niños, juego con ellos y muchas veces, además de desarrollar una técnica, realmente...me divierto¡¡¡
Eso no me pasaba antes. Y ahí me puse a pensar cuantas cosas deja un adulto de hacer


Jugar...cuanto hace que no jugaba en serio¡¡¡
Porque ya estoy harta de ver como se divierten los chicos, los adolescentes, la gente en la tele, y yo ...siempre miro, y a lo sumo, como algo rico. O me tomo un trago.
Pero la verdad es que yo quiero JUGAR. Si, no piensen mal, o sí, porque no?
Quiero jugar con palabras que no arriesguien sentimientos, risas que no sean compromiso.. 
Quiero reir hasta que me duela la panza, los pulmones...
Disfrazarme de lo que no soy pero me gustaría un ratito...Ser actriz y cantante por un momento. 
No es posible pedirle a la vida que siempre desempeñemos el mismo papel y lo hagamos bien y con ganas. 
Shakespeare ya decía que no hay peor enterrador que el sepulturero. 
Y yo quien soy para contradecir nada menos que a don SHAKESPEARE?
Recuerdo que esa tarde, cuando buscamos a los chicos del colegio,le dije a CRISTINA que yo, a mi edad, nunca había entrado a un pelotero.
¡ Y mi sueño secreto era JUGAR YO EN EL PELOTERO¡. 
Una grandota de taintantos años, metida entre las pelotas, tirandole a Cristina bolas y en esa guerra de risas recuperar la levedad de esa época en que todo era breve, corto, y eterno, para siempre. 
Cristina, divina ella, me miró con sonrisa cómplice, y me dijo:
-venite hoy a las diez de la noche, acostamos a juanjo y tomamos un cafecito.
Y así fué. 
Esa noche conocí un pelotero POR DENTRO¡¡¡ 
Gracias CRISTINA, que estás en los cielos, nunca olvidaré ese comienzo de mi viaje a la recuperación de mi infancia perdida.
Ese fue el primer paso, y como una vez que uno lo da y le toma el gustito no hay quien nos pare, de ahí en mas empecé a bailar en todas las fiestas, fuesen de quinceañeras o divorciadas.
 A jugar al pocker y hacer trampa con mis amigos, a sabiendas de que eso era un juego y nada más.
También empecé a no tomar con tanto dramatismo la vida, y a ver que no toda diversión con el otro sexo terminaba en ídem, sino en CREATIVIDAD y DISFRUTE. 
Y saben una cosa? 
Un buen día sentí que había vuelto a ser MARTITA. Esa nena que nunca dejé de ser, pero tenía aprisionada, con esos mandatos crueles y mortiferos que hacemos los adultos con esas cosas inocentes y que solo hacen peligrar la solemnidad y el aburrimiento. 
Hoy no dejo de buscar un ratito para mis juegos, sin usar los espacios de mis hijos, ni de los otros, sino MIS ESPACIOS DE JUEGO.
Allí también comprendí que a los adultos nos enseñan a ser solemnes y tristes, pero no a ser serios. 
Porque, para poder tomar la vida en serio, es indispensable tener nuestros propios espacios de juego.
La vida se ensaya en juegos, se ríe, se pare en broma, y luego... se interpreta. 

GRACIELA BELLO

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