miércoles, 19 de enero de 2011

EL EXILIO Y EL TRAUMA DE YA NO SER

DEL EXILIO NO HAY RETORNO? 


los exilios, esos viajes tan prolongados en el tiempo, que nos hacen perder la cotidianeidad de los que fueron hasta tiempo atrás nuestros amigos, nuestros afectos cercanos, nuestros referentes vitales, dejan huellas que no son reversibles.
No se si decir que son traumaticos, en función de como estoy encarando el tema, pero sí quiero decir que de ellos no hay retorno, no se vuelve de ciertos viajes.
La pérdida de anclaje y de inserción concreta, de momentos vitales simples, cotidianos, compartidos. Eso no se recupera.
Se puede pensar tanto en el que debe ir preso por cualquier motivo y sale luego de una prolongada exclusión de la sociedad libre, como del que debió emigrar de su país, de su pueblo, de su barrio, por los motivos que fuere, pero por sobre todo, motivos que restan posibilidades a su identidad como individuo, a la posibilidad de encontrar reconocimiento en otros a su vez reconocidos.
Es evidente que somos espejos de los otros, y que cada uno de los seres que poblamos este mundo humano, querramoslo o no, no podemos escamotear esta funcion de reproducir la imagen del otro, imagen que también se torna en significante.
Cuando los espejos son los mismos, nosotros mismos vamos pudiendo consolidar experiencias, que se confrontan a traves de los cambios que en la vida se van enfrentando.
Si todo varía, si no hay ojos benevolentes, miradas que sostengan en momentos de incertidumbre demasiado claves para la afirmación de nuestra personalidad, ésta. al menos, va a sufrir las consecuencias en su conformación.
Uno no reencuentra nunca lo que dejó como lo dejó. Yo tuve que vivir en otra provincia, y el cambio, sumado a una infancia plagada de mudanzas de barrios y entornos, y una familia bastante aislada, completaron mi dificultad para lograr integrar experiencias y llevarme a repetir varias veces situaciones de perdida, para poder elaborarlas, tolerarlas, superarlas.
Hoy a mi edad, puedo colegir que me ha llevado el triple del tiempo que debiera haberme llevado, esa es mi sensación subjetiva al menos, madurar mis vínculos con mi entorno. afianzar mi seguridad en mis capacidades humanas, sociales, que si hubiese podido realizar otra elección.
Pero lo terrible y tramposo de esto es que la misma palabra EXILIO nos cierra toda posibilidad. Para eso los griegos, como para casi todo, tenían hasta un lugar y un nombre preciso: OSTRACISMO.
Esa es una sospecha. NADA MÁS.
Pero con respecto al exilio, fuerte palabra, donde se impone la falta de elección dentro de la elección de preservar la vida ante todo, salver el pellejo, o el mal menor, del exilio, no se vuelve.

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