jueves, 31 de enero de 2013

NO SOS VOS, SOY YO.....¿SOY YO?

NO SOS VOS, SOY YO.... ¿SOY YO?. LA PREGUNTA ES SIEMPRE UNA SEÑORA INDISCRETA. 
Muchas veces hacemos de cuenta ....
Por ejemplo, miramos al costado y nos hacemos los boludos. NO preguntamos a nuestra pareja porque viene tarde, porque corremos el riesgo de que nos lo cuente. 
No preguntamos a nuestros hijos lo que es nuestra responsabilidad saber y no nos lo han dicho. Preguntarle a un hijo si tiene proyectos, que cosas le cuestan, que cosas desea lograr en breve o a largo plazo...preguntas.
He tenido pacientes adolescentes que han llegado a ocultar por años que no estaban ya cursando una carrera, haciendo el rito del estudiante, con padres que hacían el rito de los padres boludos, estafados, que no se animaban a preguntar...
¿Que pasaba con la pregunta de los padres, en esos casos? Porque datos son los que sobran. 
No hay peor ciego que el que no quiere ver....
Y así es. Por eso, los seres humanos usamos el GPS de las preguntas, esas palabrejas molestas, fastidiosas, y encima, con mala prensa.
Pre anuncian oscuros secretos, o simples respuestas que esperan ser alzadas en brazos como niños recién nacidos. 
Lo malo de las preguntas es que una vez que se las ha esgrimido, que uno se entrega al otro habiendo jugado nuestra carta, y develado nuestra fragilidad, quedamos a merced del otro. 
Luego, está siempre la confianza o la complicidad como alternativas. 
El mundo humano es un mundo de preguntas y respuestas. 
Preguntas sobre lo que ya se sabe, y se está dispuesto a asumir. Respuestas sobre lo que es necesario que el otro sepa que yo sé. 
Porque las cosas están a la vista, pero es el vínculo con la palabra y con el otro ser humano lo que hace que las cosas no nos respondan. 
Las preguntas son esas frases que abren esapacios en lugares donde uno se parapeta en el dolor seguro, en la certeza melancólica.
Segura de haber perdido a mi padre hace años, no he preguntado por tantas cosas que me ha dejado su ausencia. Sin embargo, están a la vista. Clamando y haciendo fuerza. 
Recién ante la renuncia a toda seguridad nefasta y certera es que uno puede arriesgar el comodín de la pregunta.
Ese artificio que esgrime quien sabe ante quien debe saber que uno sabe. 
Si pregunto, realmente, con total sinceridad e inocencia, es porque sé y estoy dispuesta a hacerme cargo. Se que algo no es cómo quiero, como espero que sea, como lo quiero ver. 
Y estoy dispuesta a pagar el precio de la verdad. 
La pregunta es la acción mas difícil de llevar a cabo. Porque tiene el don de pedir lo que da. 
Se pide una respuesta, sólo cuando uno ya puede tener alguna idea de que existe. 
Por lo tanto, se pide en tanto que se tiene. Nadie pregunta sin estar preparado para aceptar una respuesta. Y esa respuesta no es CUALQUIER RESPUESTA. Es siempre en relación a algo que me compete. 
A diferencia de su pariente cercana la INTERROGACIÓN, la pregunta acepta la respuesta adecuada. No la exige. 
Cuando uno recibe una mentira por respuesta, elige aceptarla o abandonar la partida.

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