sábado, 16 de marzo de 2013


Eran jóvenes, o quizás no tanto...
lLo suficiente para hacer el amor en cada lugar de la casa, en cada oportunidad de escandalizar a sus conocidos y parientes, dentro de un baño ajeno, en un bagón de tren, en el camarote del capitán de un catmarán...
Tan locos estaban que se peleaban a los gritos por razones...
Esgrimían argumentos muy racionales sobre los motivos por los cuales se sacaban de quicio en culquier momento, de cualquier manera, morían de amor. 
Ambos competían por esa razón que los salvase de sus reverendas ganas...única causa que los motivaba a esos sube y baja constantes que matizaban y mareaban su vida como una vida en altamar y en presencia de eternas tormentas. 
Siempre estaban al borde del naugragio, y ya, en el momento justo de estar por perderlo todo, uno de los dos locos volvía y se agarraba a una estúpida pero razonable excusa para seguir haciendo sus locuras de amor imposible 
Razones que solo sierven para calmar a los locos. MANTRAS QUE SE REPITEN DE MANERA MONOCORDE, PARA CONVENCER POR CANSANCIO, LO QUE CIERTOS RAZONAMIENTOS IGUALMENTE ARBITRARIOS NO LOGRABAN DESPEJAR...
En fin, el amor es a veces, cosa de locos. Toda reconciliación era el motivo ideal para ver en el otro lo que siempre se había soñado encontrar, y cada enojo, la mayor desilución y la peor traición concebible. 
El amor se transformaba así en una herramienta de fabricar decepciones seguras. 
Pero ellos lo preferían a eso tan duro y que no querían ver ni oir, que se llamaba LA REALIDAD. 
Y así fue durante el tiempo en que pudieron vivir atados al mismo polín del barrilete. 
Todo barrilete termina bajando, y los dos locos de amor, cayeron, perdieron el conocimiento, se levantaron cada uno por su lado, se sacudieron la ropa llena del pasto donde habían caído, y se fueron cada uno por su lado.... en busca de una nueva ilusión.

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