sábado, 16 de marzo de 2013


Suelo insistir en que el peor enemigo del hombre es la comodidad y la costumbre. Son anteojeras que no nos dejan ver más que aquello que estamos preparados para ver. 
Pero en una situación de crisis, en un momento donde es necesario VER, nuestras comodidades son lastres, que nos tornan ciegos. Nuestros objetos nos paralizan, y obturan nuestra capacidad de buscar lo que nos falta, que no son cosas...
El mundo humano está tejido de manera dilemática.
Buscamos allí donde no encontraremos, porque lo que importa es la búsqueda en sí. 
Cada momento humano se juega entre el DEMASIADO PRONTO y DEMASIADO TARDE. 
En el espacio único que nace entre ambos, como un resquicio, una rendija de luz y de brillo, está la vida.

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