No hay otra identidad que la de ser cada día más idéntico a lo que uno quiere ser, a lo que uno quiere... a lo que ...
NO HAY IDENTIDAD POSIBLE, más allá de las buenas intenciones de ver igualdad donde solo hay diferencias pequeñas, diminutas, hasta imperceptilbles.
Y allí se juegan el amorodio de que genera las guerras santas, y también las agnósticas, las guerras de simples balas y sangre.
Igual abuso de poder, de vidas ajenas, de ajenidad en lo que a lo humano se refiere.
La igualdad es la de las fábricas, la de los moldes con que los prejuicios pretenden achicar el riesgo de apostar a ver.
Identidad es ilusión. Nada es idéntico. Ni siquiera la gemelidad de las almas gemelas, que son almas con cuerpos diferentes, deseantes, recorridos por una particular, única y exclusiva forma de sentir los dedos en la piel ...
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