La verdad es una deuda pendiente en una sociedad donde no haya espacio para que dicha verdad sea manifestada, evidenciada, denunciada y sostenida, más allá de los cambios de circunstancias.
La verdad, mas allá de que se la denuncie, teje sus dominios a su manera.
Es grande el trabajo para esconderla, porque, cómo gato encerrado, hace ruido y no pasa desapercibida sin dar alguna señal de su presencia.
Y acallarla es costoso, siendo su característica ser evidente.
El cuerpo humano es el templo donde las verdades ocultas sufren muchas veces de recordatorios vivientes en alguno de sus órganos.
Es así como el cuerpo habla.
Finalmente podría decirse que la verdad está ahí lista para ser leída, escuchada, mirada, jugada, cantada, pintada, actuada, cincelada....
Esperando el momento oportuno para que la energía que se invierte en negarla sea demasiado alto, demasiado costoso, y haya que ceder espacio a la verdad, porque es lo más económico y sano que nos puede pasar como sociedad.
La verdad, mas allá de que se la denuncie, teje sus dominios a su manera.
Es grande el trabajo para esconderla, porque, cómo gato encerrado, hace ruido y no pasa desapercibida sin dar alguna señal de su presencia.
Y acallarla es costoso, siendo su característica ser evidente.
El cuerpo humano es el templo donde las verdades ocultas sufren muchas veces de recordatorios vivientes en alguno de sus órganos.
Es así como el cuerpo habla.
Finalmente podría decirse que la verdad está ahí lista para ser leída, escuchada, mirada, jugada, cantada, pintada, actuada, cincelada....
Esperando el momento oportuno para que la energía que se invierte en negarla sea demasiado alto, demasiado costoso, y haya que ceder espacio a la verdad, porque es lo más económico y sano que nos puede pasar como sociedad.
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