martes, 25 de diciembre de 2012

LAS EMOCIONES SON PÚBLICAS. LOS PENSAMIENTOS SON PRIVADOS.


Por eso, las emociones hacen que los demás sepan cómo nos sentimos, y en cambio, para saber cual es nuestro pensamiento tenemos que comunicarlo con las palabras.
Las emociones, cómo públicas que son, "se contagian".
Así cómo el entusiasmo y la alegría resultan contagiosas, y son lo aconsejable en un clima de trabajo y en cualquier lugar donde uno comparte su tiempo y sus proyectos, también resultan igualmente contagiosas tanto el malestar cómo el clima de violencia y de enojo. Las emociones, al no ser voluntarias, obran por sí mismas. Y de no conocer cómo detectarlas a tiempo, pueden hacer estragos en un grupo humano.
Pero, tenemos a favor, que las emociones positivas también se pueden generar, y favorecer. De hecho, se está trabajando mucho en este sentido en la psicología actual, centrada más en buscar fortalecer las capacidades de resiliencia de la gente más que en ahondar en un pasado siempre a merced de un presente incierto, si no se conoce cómo hacer que nuestro pensamiento gobierne a nuestras emociones.

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