Domeñarlo es la idea.
Para hacerlo es necesario conocerlo íntimamente.
Y ¿que mejor oportunidad que la de proponerle un encuentro justo dentro de uno mismo?
He allí la gran tarea:
-dominar al hijo de puta que todos podemos ser, en algún momento.
Traigo solo unos poquitos ejemplos...
Cuando
evitamos hacernos cargo de que lastimamos a alguien con nuestros actos,
y así y todo los cometemos...somos unos hijos de puta.
No lo hemos hecho nunca? Pensemos.
Cuando descargamos nuestros enojos con los que mas amamos, porque están a disposición, ¿no somos unos hijos de puta?
Cuando
no miramos de frente nuestros sentimientos negativos, por miedo a
asustarnos, a ser castigados,a no ser amados... y solo nos animamos a
perseguirlos y criticarlos en los que nos rodean, ¿no somos unos hijos
de puta?
Por
tanto, entiendo que el asunto no es desgastarnos en putear al prójimo
indiscriminadamente, y con motivos que seguramente no nos faltarán...
Ya que de hijos de puta nunca está escaso el mundo.
Pero el primer lugar donde podemos empezar por atacar es el reino de lo propio.
Por
eso propongo, sin dejar de poner en evidencia a cuanto hijo de mala
madre ande por el mundo, si tenemos ganas de desgastar nuestro riquisimo
tiempo en este breve mundo, en tan tediosa tarea, antes que nada...
dominar y poner a raya
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