Una viejita hacía todo lo que tenía contraindicado, por no reconocer los límites de su edad.
Hasta que se cayó y rompió una cadera y debió ser internada.
Finalmente fue llevada a un geriátrico donde la pudiesen cuidar ya que no se pudo volver a trasladar por si misma.
No todos los viejos son necios, ni negadores, ni tan omnipotentes como esta viejita.
Y gracias a ello, muchos viven durante toda su vida en compañia de su familia, y disfrutando de lo que SI pueden hacer.
Edgard Degas |
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