Una noche el marmol se transformó en carne, y de ahí en mas no volvió a aceptar altares.
Ojos azules sonrientes fueron desde entonces el pasaporte a un mundo nuevo de caricias ya desconocidas.
Kimonos azules y cenas de besos.
El amor fue como eso.
Y luego, como el barro.
Marc Chagall |
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