Tenía temor de que, una vez que se acabase todo lo que tenía guardado en mis alforjas, me muriese de hambre.
Iba con mi mochila a cuestas y su peso que me doblegaba a veces, hasta que alguien me robó mi carga.
Hoy se lo agradezco, me doy cuenta que ahora tomo nada mas que lo que
necesito, y nunca me falta nada, si tengo un poco de fe, de paciencia, y
de seguridad en mí misma.
Aniko Szabo |
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