jueves, 15 de septiembre de 2011

SERVIDORAS DE DOS AMOS

ALBERTO DURERO

No nos enojemos con las palabras. Ellas a veces  parecen golpear nuestro sentir como látigos. Pero en otros momentos inolvidables están apresadas en algún papel, para acompañar lo perdido. 
 Son mensajeras aladas, nada más.
Es tan penoso ver como las maltratamos abusando de su difícil tarea de satisfacer equitativamente a dos amos: el que las profiere y el que las interpreta.

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