lunes, 25 de febrero de 2013



La última alternativa, en una relación, está en el olvido. 
Tratar de olvidar es un objetivo imposible. Cuanto más empeño se ponga en no recordar más a esa persona, más fortalecemos su presencia en nuestro recuerdo. 
No se olvida por decreto. Ni por decisión. No es voluntario, pero sí hay que tener una actitud de desprenderse de los recuerdos y de los hijos de los recuerdos, más fuertes que sus padres, los hechos. 
Entonces, si EL OLVIDO es una consecuencia, y un objetivo al que se arriba como a un puerto, será cuestión de no alimentar retoños de la frondosa flora de lo que no fue. 
Cada uno tiene sus trucos, sus recetas para volver a transitar la vida sin lo que se creía imprescindible. Nada lo es. Salvo la vida misma.

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