La NEGACIÓN ante lo evidente da alas a la locura, y así vemos cómo ésta última se enseñorea en tantos lugares dónde los anteojos de NO VER nunca faltan.
Se puede, no obstante, convivir con lo molesto y lo desagradable sin el precio de hacer de cuenta de que no existen.
Hasta diría que colaboraría para dar más placer a lo agradable, y más valor al esfuerzo.
Ejercitar la capacidad de tolerar lo que no nos gusta pero vemos cómo correcto, así como tomamos una medicina por los resultados que esperamos d ella, nos ayudará, finalmente, a que lo correcto termine siendo, en sí mismo, placentero.
Vivimos en una sociedad donde la única ética detentada por el poder es la de Maquiavelo: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS.
Todo fin justifica los medios si se trata del placer propio y el displacer de los otros.
Pero ésto, a la larga, se transforma en un boomerang.
La negación nos hace más gordos, más dependientes de lo que creemos amar, y más solitarios de paz y verdad.
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