lunes, 25 de febrero de 2013

Ella y la puerta


ELLA Y LA PUERTA
Si decía que no, corría el riesgo de cerrar una puerta y ....
¿y?
Allí se dio cuenta de que simplemente estaría más cómoda para elegir que otras opciones tenía. Estar con la puerta entreabierta, y la pierna sosteniéndola, todo el tiempo, se había transformado en un hábito. 
Ya no le molestaba.
Es más, cuando le proponían algo, cómo salir a conocer gente, o algún lugar que siempre había deseado visitar, encontraba la pierna como el justificativo seguro.
-Mirá, la verdad es que, si no tuviese que tener la puerta, sabés que iría, porque no hay nada que me interese más que ir al conocer al hijo de Marisa. Siempre nos hablamos, y quedó pendiente el encuentro, pero viste.....
-si, ya sé. Quedate tranquila. La próxima vez. Un beso y cuidate.
Como eso, tantas otras cosas que se entretenía imaginando. Conocer a su sobrino, que ya cumpliría un año, y no vio ni al nacer.
Y también asistir al recital de SERRAT con SABINA.
Se había prometido que cuando terminase con todo eso, lo primero que haría sería ir a verlos...
Y de golpe, vino esa jovencita, y la empujó, pasándola por delante. Casi le saca la pierna. Abrió la puerta y del todo, con total desenfado, y se dirigió hacia la puerta de la derecha. Desapareció y no la volvió a ver.
Algo en esa joven le traía recuerdos de sí misma.
En algún momento tuvo el impulso de cerrar la puerta y seguir, sin más. Pero lo fue postergando.
Y había llegado a olvidarse un poco porque estaba sosteniendo la puerta. Simplemente, era difícil dejarla caer, así, sin más, y abrir otra, cualquiera. Había tres puertas delante suyo.
De pronto, sin pensar, se vio a si misma soltar la puerta, y sentir el movimiento de su pierna derecha. Se adelantó adelante de la izquierda y casi se cae de vértigo, del dolor de tanto tiempo de inmovilidad...
Su cuerpo se fue abriendo a puro impulso paso por ese interminable espacio que se le abría ahora que la puerta se había cerrado.
Y sin más, abrió la del medio. Allí vio la calle soleada, y un auto esperándola.
Sin más, subió al auto y partió.
Siempre es buen momento para cerrar una puerta y empezar.

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