Los trapecistas de la vida solemos ver en los abismos canteros de flores.
Soles que nos iluminan el camino,
y lunas menguantes para sentarnos a descansar.
Desafiando la gravedad de las cosas,
simplemente caminamos y no miramos abajo.
Debo aprender a sortear los abismos
que la tierra pone a mi paso a cada rato
cuando perdí altura y no pude levar anclas.
Es difícil mantener el equilibrio entre fuegos de miradas
que me arrancan la piel y piden más.
Una trapecista que, de vez en cuando,
los guantes de box se ha debido calzar.
La belleza y la inteligencia son malas armas
cuando no se piensan usar.
De los golpes recibidos no he obtenido callos.
Solo la incapacidad de quedarme en un lugar.
Albert Lynch |
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