Detrás
de todo lo que acude en las esquinas,
a tu paso,
las sombras del día que mueren,
tu espalda que resbala
y escapa.
No puedo saber como termina
esto de tenerte en mi piel
y de pronto ser madrugada de ecos
de asfalto que ríe,
por no llorar. Soy
la mina que te conoce los goznes
de ese fuelle que suena y resuena
en mis brazos, solo en ellos
amor.
Se de ayeres sin mañanas,
y de un San Telmo de otoño sin vos.
Frágil tu deseo, desolado.
Y tembloroso y febril.
Te veo y tu figura y tu café,
tras el humo, como siempre,
como nunca, mirando sin leer,
el diario que ya sabes que dice, y que calla,
ocultando esa nada que asoma de repente.
¿Sabes?
Esto que nos pasa,
solo tiene un nombre:
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