miércoles, 30 de noviembre de 2011

Yo y mi miedo


No sé porque me defiendo de fantasmas. 
Nada hay que me impida amar. 
Solo yo y mi miedo. 
pero esta desfachatada manera mía
de anticiparme a los tiempos
y abrir paraguas ante lluvias que
bendicen el suelo,
te ocultan, te hacen lejano
prohibido, hasta ser solo
la indiferencia en persona.
Te miro la espalda y ya sos pasado.
De pronto te das vuelta
y expuesta a tu mirada,
vértigo y misterio.
Nada en mi puede darme la fuerza de esperarte.
Escapo sin remedio.
¿Que hacer cuando se es
apasionada y cobarde?
Cuando vengas hazlo despacito,
disimuladamente.
No me mires de frente,
que desfallezco.
Silva ese tango nostálgico
y haz de cuenta que soy
nadie.
Yo seguiré mi camino tranquila
suspiraré con alivio
apuraré el paso.
Y al tenerte ya lejos
y segura de tu ausencia
sacaré a pasear a la noche mis anhelos
Dispuesta a lo conocido y viejo:
el sonido de bocinas
que no me piden paso,
y luces que iluminan al empedrado
y a mi, mi de refilón.
Y en mi paladar el resabio
solo eso, de tus besos.
Chau, amor, ya no sos vos.
Es una cuestión de honor.
Y de eso sé bastante, soy guapa
en renunciamientos que me alivian el ineluctable encuentro.


Albert Edelfelt

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