lunes, 26 de septiembre de 2011

Nada merece la incondicionalidad, salvo el amor

A veces me encuentro traicionando viejas ideas, viejos pensamientos... Y me alegro.
No hay evolución ni crecimiento posible sin traicionar algún cirterio arraigado como un axioma.
Si no fuese por esa incapacidad de aferrarme a mis esquemas, estaría presa de mi ignorancia y encima, rindiéndole pleitesía.
Nada merece la incondicionalidad. Salvo el amor.
Marie Stillman
 

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