miércoles, 30 de marzo de 2011

¿QUIEN QUIERE IR A BOLIVIA?


Por el callejón que nos llevaba de las chacras a la escuela, llamado Callejón Siroco, solíamos transitar todas las mañanas tempranito, muy temprano, en invierno de noche. 
Veíamos como clareaba y el sol nacía cuando estábamos por llegar a la escuela.
 Nos separaban de ella unas cuantas leguas. No recuerdo bien ya. 
Sé que las mañanas eran frías, y que el aliento nos ayudaba a descongelar las manos, para luego ponerlas en los bolsillos fríos de los pantalones de jean.
-"Bolivianos"
-"allí vienen los bolitas"
Eran cosas que ya formaban parte de los sonidos cotidianos. 
Eramos los coyas, los cabecitas, los que recogían huevos. 
Eso ya no era nada nuevo para Saida ni para mi. Las dos queríamos estudiar, saber todo lo que sabía nuestra maestra, y volver a nuestro país a enseñar. 
Eso lo tenía muy claro. Siempre soñé con ser maestra. 
Por el callejón compartíamos el frío y el calor, y construíamos de a dos, Saida y yo, un futuro. 
En ese tiempo  los chicos de la escuela no sabian mucho de construir futuros. Tenian todo armado, preparado. Pero no estudiaban, y no se animan a soñar. 
Decian que para eso necesitan porros, paco, para soportar el vacío. 
Ni Saida ni yo entendiamos mucho de que hablaban.
 ¿Que vacío sería  ese que no fuese el silvido de la panza cuando no alcanzó para llenarla?
¡Pero que lindo que es comer esas tortillas que hacía mamá, esas empanadas picantes¡¡¡
Nosotras caminabamos y nos contabamos como se iban a llamar nuestro hijos, porque las dos tendríamos tres hijos cada una, no más. 
Nada de estar como mamá pariendo cada verano, por no decir no, por miedo. 
Ni Saida ni yo tenemos miedo. Tenemos ganas.
Si uno tiene ganas el miedo se escapa. Yo lo sé.
En la escuela nos trataban con sorna, por nuestra forma mas cautelosa, nuestra timidez, cosas de las diferencias.
Igual tuve buenas amigas, que no se avergonzaban de estudiar o jugar en el recreo con una BOLITA. 
Es cierto que siempre fuimos destacadas alumnas. Y eso nos ayudó. A veces. 
Otras, era peor.¿ Como íbamos a ser abanderadas nosotras si eramos Bolivianas?
Cosas de las gentes grandes. Que los chicos imitan. 
Callejón arriba, colegio y cuentos, historia y San Martín. Geografía, y matemáticas. Siempre fui buena en matemáticas. Es simple. Nunca dos mas dos pueden ser mas que cuatro. 
Nosotros en casa contabamos todo. Lo que había y lo que faltaba. Nada sobraba.
Las matemáticas eran un ejercicio de sentido común cotidiano. 
Vuelta del callejón con el sol de espaldas. Al atardecer, y el cansancio lindo de haber aprendido un poco más para ser maestra. 
Saida quería ser médica. Ir a nuestro pueblo a curar a los chiquitos. 
Ella se imaginaba atendiendo a todos en la salita, a las guaguas, a sus mamás que no saben ni cuando se indisponen y hay que consultarles a los maridos. 
Saida soñaba con dar lo que aprendía en la argentina , en ese país tan valioso, tan rico, y que tanto nos daba. 
No tengo muchos recuerdos de otros momentos gratos, ya que el trabajo era constante, en casa, en la granja. Todo era a costa de mucho sacrificio. 
Pero las comidas en silencio, con la radio prendida, eran hermosas. 
Tristeza de los viernes cuando el alcohol hacía estrago en papá y los otros hombres. Y ya el griterío entre ellos era un incendio de palabras y desafíos por cualquier motivo. 
Hora en que nos ibamos a dormir, y antes rezábamos. 
Rezar era muy importante para mi. Porque después venía el sueño y el silencio, a pesar de los gritos y los golpes.


Todo esto hoy me parece un sueño, a la distancia. 
Buenos aires está lejos, pero en mi alma.  
Soy maestra en Santa Cruz de la Sierra. Y acá la vida es mas dura que allá, en la argentina. 
Los chicos trabajan casi todos, y hay que darles de comer para que aguanten las clases y no se duerman. 
Muchos sueñan con irse a la argentina. Imanginan que allá todo será fácil, con mucha comida, y casas cómodas, computadoras, y ascensores. Hospitales gratuitos y niños sin hambre. 
Nada les digo. Cada uno tiene derecho a soñar y hacer su experiencia.Y quien sabe si ellos encuentren esa argentina que sueñan? en una de esas... 
Es indudable para mí como para Saida que gracias a los argentinos aprendimos lo que sabemos , tanto de conocimientos como de rencores, como de amores y desencanto. 
 En Bolivia,las mujeres están habituadas a los golpes y maltratos. Nadie denucia ni se queja.
Pero Saida, que está en Cochabamba, atiende a mujeres maltratadas, y ha formado una organizanción, como las que nos ayudaron allá en buenos aires, cuando ese hombre abusó de Camila. 
Nunca olvidamos lo que nos dijo la psicologa: 
-"El cuerpo de ustedes es de ustedes y nadie tiene derecho de tocarlo si ustedes no quieren, ni de lastimarlas, por mas que no obedezcan o no entiendan. 
Las personas se comunican con las palabras". 
No supimos nada más de ella, pero seguro que ella sabe que nuestro cuerpo es nuestro, en gran parte, porque nos lo devolvió ella. 
Y siempre que veo un chiquillo que llora y se queja en la escuela, me sonrío para mis adentros y me acuerdo del CALLEJÓN SIROCO. 
El callejón de los sueños.

1 comentario:

  1. HERMOSO RELATO.

    LASTIMA QUE EXISTAN ESOS HOMBRES BRUTOS, GOLPEADORES Y ABUSADORES.

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