Con las vísceras al descubierto, se escribe. A pura carne viva y ausencia, dolores incontables y placeres igualmente solitarios.
La musa inspiradora no es una dama simpática y agradable. Es una maligna envenenadora que porta una poción escasa y letal.
Su presencia es anhelada como se espera lo terrible y certero.
La inspiración es simplemente eso que no se puede acallar de otra manera que con esos manotazos sonoros que intentan a tientas parar el absurdo de sentir tanto y no ver nada.
Cada frase que adquiere vuelo propio ya encierra algo de alma que no pertenece a nadie. Se inoculó en nuestra lengua y en los dedos que apresan su cuerpo de frágil razón.
No padezco de estar hoy disfrutando de un día frío y lleno de presencias y café caliente. Hoy es fundamental pensar en la comida del mediodía y en la leña para el fuego.
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