martes, 18 de octubre de 2011

La enorme crueldad...


Nadie se esconde por nada. Y lo peor de todo, es cuando uno se esconde de uno mismo. Y entonces, come en soledad, bebe en soledad, y se siente peligroso cuando queda a merced de uno mismo. 
Algún motivo hay. Solo que con el tiempo, así como las reliquias mantienen huellas de un amor muerto y olvidado, nuestro sometimiento antiguo por viejas culpas sigue vivo, aún cuando lo único que quede del viejo delito, sea la ENORME CRUELDAD DEL CASTIGADOR QUE VIVE EN MI.

Roxana Brizuela



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