A
veces me siento como un delincuente. Como si hubiese cometido una falta
que me avergüenza, y de la cual no me gustaría que nadie se enterara.
Desde la conciencia de la persona adulta que soy, cuando me observo, no
estoy viendo ese tirano exigente y cruel que llevo en mí, y que ante
cada pequeño acto no autorizado en mi historia de vida, por mas banal
que resulte, me hace humillar hasta el extremo de ponerme rojo, sentirme
avergonzado, y hasta esconder lo que siento...
Roxana Brizuela |
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