sábado, 13 de agosto de 2011

La cabeza y el cuerpo : Un divorcio anunciado

Una precaución para evitar daños en la personalidad :que la cabeza y el cuerpo vayan para el mismo lado.
Que no se haya roto la articulación entre lo que se piensa y lo que se hace.
He escuchado mucho esto últimamente en pacientes con transtornos de obesidad o sobrepeso. Se da una ruptura entre la cabeza, y el cuerpo, un divorcio entre ambos, luego de atravesar por serias desavenencias.
A que obedece esto?
En primer lugar, esto se origina cuando el cuerpo actúa respondiendo al primer impulso, y hay una baja capacidad de atención y por ende, de concentración en lo que hacemos, sobre todo en lo que solemos minimizar como "hábitos diarios, cotidianos, rutinarios".
Es allì donde bajamos la guardia, pasamos a dejarnos comandar por un supuesto PILOTO AUTOMATICO, y priorizamos otros aspectos de nuestra vida, que consideramos merecen mas de nuestra atención.
Así, lo que para los primeros hombres significó algo de vida o muerte, como lo es la alimentación y como obtener lo indispensable para alimentarse y sobrevivir a las hambrunas, hoy en día, ante el exceso de oferta de alimentos, y la supuesta superación de dicho problema, se deja de tomar con seriedad la tarea de alimentarse, y de destinar a ello el tiempo adecuado, y sus espacios necesarios en la vida familiar y en la rutina de la casa.
Se puede afirmar, sin equivocarnos, que la comida ha pasado de ser un elemento indispensable para sobrevivir, a ser un objeto de placer, y de gratificación, de valor hedónico.
Desgraciadamente, el segundo aspecto ha crecido en detrimento de la calidad del primero: la alimentación.
No importa si una comida es sana: si alimenta: si cumple con los requisitos indispensables para cada edad y etapa vital o cada situación vital. Importa cuantas calorías tiene, para no engordar y" seguir comiendo mas de lo que nos da placer". Hay una enome y desmedida preocupación por la posible pérdida del objeto placentero, por sobre la función nutricia.
Nos encontramos con un consumo de enorme cantidad de calorías vacías, así las llaman a las calorías que no aportan nutrientes, sino simplemente aumento de peso, acumulación de reservas en grasa. El ejemplo mas claro lo tenemos en el alcohol, de cada vez mayor consumo masivo y las papas fritas, para dar solo dos ejemplos, que no faltan en ninguna fiesta o agasajo de adolescentes para arriba.
Ante esta situación ya generalizada socialmente, e incorporada a nuestras constumbres actuales, así como el sedentarismo y la disminución del consumo del cigarrillo como consecuencia del éxito de las campañas, luego de años de bregar por ello, es que se produce una ruptura entre la idea que se tenía hasta hace poco de lo que era la alimentación y lo que se considera hoy en día que es COMER.
"Comer" ha dejado de ser claramente sinónimo de alimentarse. Ya sea por deficit alimentario, en casos en que la alimentación es muy calórica pero inadecuada, o cuando aùn cumpliendo los requisitos de ser alimenticia, es excesiva y ha dejado de cumplir con el objetivo de satisfacer una necesidad, de forma placentera, para transformarse en LA ADICCIÒN MAS SOCIALMENTE ACEPTADA, y la que solapadamente se va infiltrando en todos nosotros.
Hoy en día se discute ya si la obesidad es o no una enfermedad en sí. Mas allá de ese debate, no se puede negar que toda conducta adictiva deja secuelas en el cerebro que no se recuperan, solo se controlan.
Hasta que no se logre borrar la memoria, cosa que se está trabajando en laboratorios para temas varios como las situaciones traumàticas con secuelas muy agresivas para la personalidad, podemos asegurar que cualquier conducta adictiva es sumamente peligrosa, mas allà de cual sea el objeto de dicha adicción.
El cambio cerebral que se genera con el consumo de un objeto adictivo, que yo asimilo a la adrenalina que se genera ante ciertas situaciones de stress a las que nos sobreadaptamos y despues buscamos, como en el caso de la adicciòn al trabajo, o las relaciones violentas, para dar dos casos bien diferenciados, pero con igual grado de adrenalida y de involucramiento cerebral concomitante, es permanente. Y solo se puede hablar de recuperación cuando se controla el consumo.
Se puede hablar de adicción cuando el objeto o conducta se torna IMPRESCINDIBLE.
Aún las situaciones vividas como dolorosas, penosas, pueden generar tendencia a ser repetidas, dado su grado de efecto adrenalìnico en el cerebro.
Manejarse con matices es algo a lo que un adicto no está entrenado ni habituado.
No podemos dejar de lado que esta es una epoca en que la adicción es LA PATOLOGÍA POR EXCELENCIA. Ante la oferta de todo como objeto que satisface y obtura toda necesidad, ante el consumo hasta de las relaciones afectivas, sexuales, etc, el modelo impuesto socialmente es totalmente funcional a la forma adicctiva de vinculacion, con los objetos como con los seres que nos rodean. Hay una cosificación del entorno, y una manera de manipulación del mismo propuesta como la adecuada y exitosa.
Esto tiene un costo, un precio. La ruptura entre el pensamiento y el cuerpo de las personas adictas.
El adicto ha vendido su alma al objeto. Y ya no es libre. Es un esclavo de sus impulsos.
Por tanto, su cabeza dice una cosa, pero su conducta va para donde lo lleva su impulso, en algunos aspectos.
Y cuando el aspecto en cuestión es la comida, algo tan simple, habitual, inocente, y hasta, tan natural, estamos ante un grave problema. Se està viviviendo como normal algo que no lo es.
Y el cuerpo pasa la factura. Luego de muchas facturas comidas, por supuesto.
Las consecuencias estan a la vista, pero no de quien se ha divorciado de su cabeza, su capacidad de autocrítica con respecto al objeto adictivo en cuestión. El adicto no se ve ni se siente adicto. Es normal para èl su conducta, su consumo es vivido como el merecido premio de sus esfuerzos en otras areas de la vida.
Solo que lentamente, la negación de su problema lo lleva a no verse, no ver su cuerpo y por ende, disociar lo que ve en èl de lo que ve en los otros. Esto lo lleva al punto de:
- Aislarse para no confrontar con la realidad su visión distorisionada de si mismo.
- Negar su propia mirada sobre sí mismo, llegando a NO VERSE. Las personas con sobrepeso y obesidad tienen grandes distorsiones perceptivas, visuales, de su esquema corporal. Esto les dificulta poder enfrentar su problema, que, por otro lado, es visible para todos menos para quien lo padece, dada la característica fundamental de esta patología: el hiperdesarrollo del mecanismo de la NEGACION, que tiene que ver con esa ruptura entre la cabeza y el cuerpo.
De allì en màs, una persona con obesidad piensa de una manera y en lo que a sus hábitos corporales, y alimentarios, extendiendo tambièn ésto a lo afectivo, alatamente comprometido en todo esto, y actua de otra, se maneja con un cortocircuito con su cuerpo.
Lo primero que se nota al regularizar la relaciòn con la comida es una nueva vinculación mas sana, y mas armónica entre la cabeza, y el cuerpo.
Es importante esto a la hora de pensar las consecuencias de los transtornos alimentarios, entre los que la obesidad y el sobrepeso están en un aumento alarmante y sin miras de poder encontrar aún la forma de combatir su descontrolado incremento de los ultimos años.

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