domingo, 3 de julio de 2011

EL HOMBRE TRISTE

Un hombre estaba triste, miraba en el asiento de al lado, y no estaba ella. Puso la radio y el tango resonaba a todo fuelle. 
Una tilinga, de esas que sólo ve él, tanguero de alma, le hizo seña de que se detuviese, lloraba. Le pidió ayuda. 
Primero puteó, como corresponde. Luego le miró ciertas partes del cuerpo, las consabidas, y luego, se le alivió el alma.

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