lunes, 21 de marzo de 2011

OLOR A TIERRA MOJADA


La luna está grande, llena y rodeada de luciernagas.
No parece que fuese el primer día del Otoño.
 Por el contrario, es una noche de verano, de contrabando. La remolona, se está quedando.
Y no es que el tiempo esté loco. Yo me equivoco mirando el calendario para ver que ponerme, y me olvido del cielo, y del pasto, y no siento la brisa ni el olor a agua que trae el aire.
No había nada más hermoso para mí que el aroma a tierra mojada.
Pero hoy a veces, no me acuerdo como es. Junto con el olor a los subterraneos y a las obras en construcción, son mis olores predilectos. Los prefiero a los perfumes, preparados como caza ratones para atraparme.
Ahora, si no me cuido no me expongo ni al dolor, al amparo de la aspirina o el ibuprofeno,  ni al clima.
Todo está previsto. Todo digerido. Todo degustado. Que triste¡¡¡¡
 No hago mas que utilizar los servicios que me informan como debo sentirme, de acuerdo al estado del clima, a la inseguridad, a la situación social.
La verdad es que me importa la gente. Pero la gente para mi es Doña Rosita, la almacenera, o Zulma mi vecina, o Don Nito, el del supermercado del pueblo.
Mirta, mi ginecóloga, Celeste, y Brisa, las nenas que dan vueltas en triciclo por la calle, mientras ríen con esa risa de cascada fresca.
La gente no es algo anónimo, son caras, voces, a veces clamores, a veces llantos.
La gente...
Las charlas tan necesarias para darnos cuenta de que no solo se puede hablar pagando en un consultorio psicológico. Y ojo, que yo no me opongo.
Pero que maravilla saber que si me siento mal alguien se entristece conmigo...y aún, hasta si sé que alguien se alivia.
Por lo menos, la indiferencia feroz de la incomunicación, del anonimato, cede por un rato y dejo de ser la licenciada, la escritora, la mamá de mi hija, y paso a ser todo eso y nada mas que Marta, una persona.
Cuanto de rescate diario necesito para no volverme cuerda. Cuerdos están los que todo lo tienen preparado, solucionado, y se juntan a comer y charlar del pasado.
Cuido mi locura, mi curiosidad, a las cuales riego a diario con un atisbo de delirio, en pequeñas gotas.
Eso me ayuda a digerir la bronca que sobra, en este diario convivir donde todos los días sin conocernos nos mandamos al carajo, para pasar más rápido con el auto, o para llegar antes al mostrador.
Eso me hace sentir una idiota, a mitad de camino entre una oveja, y una roca.
Rescatar la humanidad es mi tarea diaria, y trato de no dejar de hacer los deberes, todos los días. Estos son, por ejemplo, hablar con los niños como se me da la gana, sin pedagogía y con curiosidad, con ganas. Jugar a diario, escuhar música nueva, dejarme seducir por algo todos los días.
Hacer algo que no me gusta por que me da miedo, o por bronca.
Ser tolerante con quien fui, con quien soy, con quien no logro llegar a ser.

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