miércoles, 15 de febrero de 2012

El verano

Hebras de pastos secos
el sol es un incendio en este campo sediento.
Las calles polvorientas del pueblo
se desnudan a la tarde, con el fresco de las mangueras
y baldes de agua,
que derraman sus lagrimas en las paredes
Las siestas son fantasmales.
Nadie, ni los perros, ni menos ningún gato despistado
se le anima al desmedido sol, en toda su potencia.
Es como si el ritmo de la gente hubiese cambiado de turno.
Las reuniones se han pasado para las tardecitas.
Noches de serenatas de reaggeton,
reuniones en los zaguanes,
en los cafés del pueblo.
Estamos todos despiertos y expectantes.
Viendo el recorrido de la luna,
los comentarios son triviales, y suaves,
"que fulano se fue al río a pescar,
que su hija está muy grande, y ya sale de noche,
que doña Armanda se muetra muy recuperada de su tristeza
y la ha dejado para mas adelante, para el otoño,
si le viene en gana"...
Nadie pregunta cosas sin respuesta.
el verano es para sensaciones cautas
y se siembra esperanza.
bebiendo el fresco de noches,
y cerrando los postigos en las siestas largas.
El ritmo de un pueblo es el de su clima
la tierra acá se impone,
es dueña y señora, y grita por lo que le falta.
Amores siempre hay que derraman sus requiebros
sin tener en cuenta las grietas secas,
el campo yermo.
Es verano y hay una convención de manos agarradas
bocas que se encuentran en la oscuridad
no demasiado oscura de la noche estrellada.

John Byam Swaw

1 comentario:

  1. ¡BELLISIMO!

    AL LEER TU POEMA SE "RECREA" EN MI UNA ATMÓSFERA QUE IMAGINO COMPLETAMENTE.

    SALUDOS

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