domingo, 9 de octubre de 2011

SIN PALABRAS


Si aún tuviese algo que esperar de vos, te contestaría. Trataría de explicar lo inexplicable. Que no te amé pero te quería. Quería ser feliz, y luchaba, trabajaba con empeño pero sin magia.
Era una trabajadora del amor. Bueno, pero trabajadora. Ni siquiera una amante. 
Entiendo lo terriblemente pesado que debe haber sido soportar mi esmerada manera de hacer sexo con eficiencia, destreza, y hasta...con placer.
Pido disculpas. No sabía lo que ahora sé. 
Todo se aprende a pura pérdida. El vacío que me dejó mi dolor fue el camino a esta triste e inevitable verdad. 
No se regresa del no amor. 
Gritos que te fastidiaban, reproches, a veces razonables, demasiado razonables para algo que no tiene explicación: el desamor. 
No te amé. 
Pero me lo hiciste pagar. Nadie es responsable de no saber. Y yo no sabía no ser complaciente, atenta, seductora, culpógena. Todo menos amarte.
Aceptar que me bastase tu forma de mirarme y nada mas. Sin buscar un valor agregado, pedir cosas que nada te interesaban, ni a mi. 
Ahora puedo hacer todas las cosas que quise hacer con vos. En realidad, sólo eras la excusa ideal para no hacerlas nunca. 
Pero en un momento dado, el dolor de ser puesta en evidencia fue mas fuerte que mi tenacidad. Y perdí la lucha. Me venciste. 
Allí quedé sola en el ring, brazos en alto, vociferando mi dolor y mi rencor. 
Mucho tiempo estuve con el trofeo de mi odio y los reproches sostuvieron la nada. Nada sentía mas que mi vacío, y una terrible incapacidad de soportar ser nuevamente rechazada. 
Tirar tus cosas, defenderme de tus ataques terribles, casi letales. Todo es en mi razonable. Menos mi lucha por alguien que no amé. 
Estar loco no es decir locuras sino hacerlas. 
Yo estuve loca. No por vos. Con vos. 
Me pedís hablar, como si  yo fuese ese disco que se repite en una antigua victrola, una y otra vez, sin esperar mas que mis eternas respuestas perfectas, carentes de huecos donde colarte y darme algo parecido al amor. Que no sabés dar, vos tampoco. Pero quizás....
MARIO DARÍO GRANDI
No contesto. Ahora sé que nada tengo que decirte. Es más, me devolviste mi palabra. Esta, la que puedo guardar, en silencio. 

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