martes, 1 de febrero de 2011

RE FLEXIONES



ALFREDO MONTAÑA
lo cotidiano es no ver las cosas que pueden sacarnos de nuestras rutinas, de nuestros hábitos.
Somos monjes que habitamos las horas seguras de lo conocido, de lo que suponemos que nos pertenece.
Dar lugar al amor es algo que rompe con esa costumbre. Ninguna persona nos pertenece, nada del otro me es seguro, empezando por su presencia.
Si queremos que el milagro del amor en todas sus maneras de aparición, haga cada tanto un paseo por nuestra vida, abramosle la puerta.
Esa puerta no es la caja de Pandora, o caja de todos los males del mundo. Es la puerta de acceso a la posibilidad del ENCUENTRO con los mejores perfiles de mi misma. Esa es la guía.
El amor nunca podría llevarnos a terrenos de destrucción, de empobrecimiento moral, anímico. Si puede venir acompañado por momentos de tristeza, algo de añoranza, pero solo como condimentos necesarios para matizar lo esencial, la unión mágica que implica salvar todas las diferencias y así y todo... dejar la puerta abierta.

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