El le pedia un imposible: que se dejara amar.
Ella solo había sabido de deberes sexuales ritualizados a la espera de retribuciones humanas que nunca llegaban.
Cuando él la amó ella sintió que le sacaba lo único que la hacía sentir segura, y anduvo por el mundo contestandole de maneras incomprensibles el mismo reproche:
-"Me sacaste mi queja y ahora no me quedó nada".
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