sábado, 18 de mayo de 2013


Nunca fui tan digna y feliz de ser mujer cómo en los momentos en que comúnmente se suele decir que una está arrastrada en el suelo, y a merced de BAJOS INSTINTOS. 
Ser una mujer es, entre otras cosas, una elección que tiene que ver con algo de soltar de lado la imagen solitaria de la mujer ideal, para atrapar al borde del suelo el placer en el goce de lo más aparentemente esencial en el cuerpo de la vida y sus latidos.

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